Joan Kroc, la esposa de Ray Kroc, quien estableció McDonald’s, convirtió la gran riqueza de su marido en un símbolo de generosidad, dejando un impacto significativo en la filantropía y en la historia cultural de Estados Unidos. Aunque vivió de manera reservada, se dedicó con gran altruismo a causas humanitarias que siguen influyendo hoy en día.
Joan heredó casi $500 millones tras la muerte de Ray Kroc en 1984 y, tras su propio fallecimiento en 2003, legó aproximadamente $3.000 millones, principalmente a organizaciones benéficas. Su generosidad fue tan grande que la apodaron «Santa Juana de los Arcos Dorados», en referencia a la cadena de comida rápida que su esposo ayudó a expandir a nivel mundial.
La historia de Ray y Joan Kroc: una relación de altos y bajos
La conexión entre Ray y Joan Kroc estuvo lejos de ser común. Ray contrajo matrimonio en tres oportunidades, pero su afecto por Joan se fortaleció después de varios altibajos personales. Aunque él le llevaba 26 años, Ray quedó fascinado por Joan, una pianista que había estado casada antes. Su romance, caracterizado por el primer fracaso matrimonial de Ray y la posterior reunión con Joan, está cargado de sorpresas inesperadas.
En 1969, después de una separación temporal de su segunda esposa, Ray Kroc se casó con Joan, quien se convirtió en la heredera de la fortuna de McDonald’s tras su fallecimiento. Sin embargo, la vida juntos no fue perfecta. A pesar de las luchas familiares y el temperamento explosivo de Ray, Joan encontró en su relación con él una oportunidad para dejar su huella en el mundo, pero de una manera muy diferente a la que muchos habrían anticipado.
Un cambio radical hacia la filantropía
A lo largo del tiempo, Joan Kroc se centró en labores humanitarias, aunque prefería hacerlo sin llamar la atención. A diferencia de la imagen pública de su marido, Joan optaba por trabajar discretamente, sin desear notoriedad. Su mayor interés eran los asuntos humanos, especialmente los que tenían que ver con la salud y el bienestar de la gente. Una de sus primeras preocupaciones fue combatir el alcoholismo, un tema muy personal para ella, ya que Ray Kroc batallaba con el alcoholismo durante gran parte de su vida.
Joan fundó la campaña Operación Cork, una iniciativa destinada a crear conciencia sobre el alcoholismo y sus efectos devastadores, que incluyó la producción de dramas televisivos sobre el impacto de la bebida en las familias y la organización de conferencias médicas para ayudar a los afectados. Joan siempre subrayó que, a diferencia de otras organizaciones benéficas, la lucha contra el alcoholismo debía ser tratada con seriedad y dedicación, sin la necesidad de buscar una «salida fácil».
Un legado filantrópico que sigue vivo
El verdadero impacto de Joan Kroc se evidenció después de la muerte de Ray. Aunque poseía una de las mayores fortunas de Estados Unidos, su principal preocupación no era el dinero, sino cómo podría usarlo para mejorar el bienestar de las personas. A través de sus donaciones, Joan se convirtió en una de las grandes benefactoras del siglo XX. Entre sus contribuciones más destacadas se encuentran los $69 millones para la creación del Instituto Joan B. Kroc para Estudios Internacionales de la Paz en Notre Dame, un centro dedicado a la paz y la justicia.
Aparte de su trabajo en pro de la paz y la igualdad social, Joan también lideró iniciativas en el financiamiento de hospicios e investigación sobre el sida, un tema poco abordado en ese tiempo. Además, respaldó a la televisión pública al otorgar una contribución histórica de $220 millones a NPR, siendo esta la suma más grande que han recibido.
Su bondad iba más allá de las contribuciones significativas; con frecuencia respondía con gestos impulsivos, inspirados por circunstancias o individuos que le tocaban el corazón profundamente. Un caso notable ocurrió cuando, en 1997, entregó $15 millones de manera anónima para ayudar a los damnificados por las inundaciones en Dakota del Norte y Minnesota, reflejando su inclinación por participar de manera discreta, alejada de la atención pública.
La lucha por mantener su privacidad
A pesar de la inmensa fortuna que gestionaba, Joan Kroc nunca buscó fama. De hecho, sus donaciones y contribuciones fueron muchas veces realizadas de manera que no se asociaran directamente a su nombre. En ocasiones, incluso sus obsequios más generosos se realizaron de manera anónima, sin esperar nada a cambio. Su decisión de permanecer en el anonimato y su dedicación a causas humanitarias eran el reflejo de una personalidad reservada, que prefería que su legado hablara por sí mismo.
El caso de Joan Kroc también es un recordatorio de que el dinero, en manos de las personas adecuadas, puede ser una fuerza positiva para el cambio. A lo largo de su vida, Joan demostró que, a pesar de ser parte de la historia de McDonald’s, su verdadera pasión era ayudar a aquellos que más lo necesitaban, sin importar su origen o condición.
Un legado sin igual
Cuando Joan Kroc falleció en 2003, su legado estaba claramente establecido: una mujer que utilizó su riqueza no solo para llevar una vida de lujo, sino para transformar la vida de miles de personas a través de sus generosas contribuciones. Con un donativo final al Ejército de Salvación, que ascendió a $1.800 millones, Joan Kroc dejó un legado de altruismo que continúa ayudando a las generaciones futuras.
La figura de Joan Kroc es una de las más notables en la historia de la filantropía estadounidense, y su legado sigue vivo en las muchas instituciones que apoyó. Como «Santa Juana de los Arcos Dorados», su generosidad permanece inscrita en la memoria colectiva, mucho más allá de su relación con el negocio de su esposo.