Un seguimiento de 15 años a más de dos mil adultos mayores ha demostrado que una dieta saludable puede ralentizar el avance de enfermedades cardiovasculares y neurodegenerativas, mientras que los hábitos alimentarios proinflamatorios aceleran su desarrollo. Los resultados refuerzan la importancia de la alimentación como un factor modificable incluso en edades avanzadas, ofreciendo una vía concreta para mejorar la calidad de vida y reducir la acumulación de patologías crónicas.
La investigación analizó a personas de 60 años o más, evaluando cómo distintos patrones dietéticos influyen en la progresión de enfermedades. Los hallazgos confirman que la adherencia a dietas como la MIND, la Dieta Mediterránea Alternativa (AMED) o el Índice de Alimentación Saludable Alternativa (AHEI) se asocia con un ritmo más lento de deterioro en la salud cardiovascular y cerebral.
Planes alimenticios sanos y dieta que promueve la inflamación: diferencias evidentes
Dentro de los hábitos alimentarios beneficiosos, la dieta MIND fusiona las ventajas de la dieta mediterránea con la DASH, centrándose en cuidar el cerebro y disminuir la probabilidad de demencia. La AMED es una versión adaptada al estilo occidental de la dieta mediterránea, con el objetivo de evitar enfermedades neurológicas y crónicas, mientras que el AHEI se propone reducir la aparición de enfermedades serias en general.
En contraste, el Índice Dietético Inflamatorio Empírico (EDII) evalúa el riesgo inflamatorio de los hábitos alimenticios. Este estilo se define por un consumo abundante de carnes rojas y procesadas, granos refinados y bebidas con azúcar, mientras que hay un consumo reducido de vegetales, té y café. Una puntuación alta en este índice sugiere un incremento en el peligro de inflamación crónica y, como resultado, un aceleramiento en el desarrollo de enfermedades.
Impacto en la salud cardiovascular y cerebral
El estudio agrupó las enfermedades crónicas en tres categorías: cardiovasculares, neuropsiquiátricas y musculoesqueléticas. Las primeras incluyeron cardiopatía isquémica, insuficiencia cardíaca y accidentes cerebrovasculares; las segundas, patologías como demencia, depresión o Parkinson; y las terceras, dolencias como artrosis y osteoporosis.
Aquellas personas que adoptaron hábitos saludables padecieron cerca de dos enfermedades crónicas menos durante un período de 15 años en comparación con quienes no lo hicieron. El impacto fue más evidente en dolencias cardiovasculares y neuropsiquiátricas, sin una conexión sustancial con trastornos musculoesqueléticos. Un descubrimiento adicional indicó que la AMED podría relacionarse con un aumento en los casos de enfermedades musculoesqueléticas, aunque esta conexión no fue definitiva.
La razón fundamental se encuentra en la regulación de la inflamación: las dietas beneficiosas suelen disminuir indicadores inflamatorios como la interleuquina-6 y la proteína C reactiva, en tanto que las dietas que promueven la inflamación tienden a aumentarlos.
Consejos útiles para una alimentación saludable
Los expertos sugieren incorporar pautas concretas que, según la evidencia, pueden contribuir a la salud cardiovascular y cerebral en mayores de 60 años. La dieta MIND recomienda:
- Tres raciones al día de granos enteros.
- Vegetales de hojas verdes al menos seis veces a la semana y otras verduras todos los días.
- Frutos del bosque dos veces a la semana.
- Pescado una vez a la semana y pollo dos veces a la semana.
- Legumbres más de tres veces a la semana y nueces cinco veces a la semana.
- Uso principal de aceite de oliva.
Al mismo tiempo, se recomienda consumir carne roja menos de cuatro veces a la semana, disminuir la ingesta de frituras y postres, y evitar los refrescos azucarados. El AHEI subraya la relevancia de dar preferencia a una variedad de frutas y verduras, emplear aceites saludables como el de oliva o canola, y elegir cereales integrales, pescado, aves y frutos secos como fuentes principales de proteína.
Nutrición y envejecimiento sano
El estudio destaca que seguir hábitos alimenticios saludables antes de que surjan diversas enfermedades es crucial para optimizar sus beneficios. Aunque los efectos protectores son menos significativos cuando ya hay multimorbilidad presente, llevar una buena alimentación sigue siendo un recurso útil para detener el progreso de las dolencias más debilitantes.
Estos descubrimientos proporcionan una orientación clara para los adultos mayores: optar por alimentos que disminuyan la inflamación y favorezcan la salud del corazón y el cerebro podría resultar en más años de vida con independencia y calidad.