La Inteligencia Artificial (IA) está transformando el estudio del clima al posibilitar el análisis de enormes cantidades de información con una celeridad sin igual, en un escenario caracterizado por condiciones ambientales extremas y reducciones de fondos que ponen en riesgo el progreso científico en varias partes del planeta. De acuerdo con especialistas, esta tecnología no solo optimiza la eficacia en la obtención de conclusiones, sino que también permite a políticos y científicos tomar decisiones más ágiles y con bases sólidas.
Durante exploraciones científicas que cubren desde las profundidades oceánicas hasta áreas aisladas de la Antártida, los sistemas de IA organizan información en pocas horas, una labor que antes requería semanas o incluso meses de trabajo manual. Estos modelos analizan datos sobre la calidad del agua, la presencia de especies marinas y variables ambientales cruciales, produciendo informes de investigación automáticamente que ayudan a los científicos a reconocer y ordenar los conjuntos de datos más significativos para sus análisis.
Usos en estudios del océano
Instituciones de investigación como AZTI, localizadas en el norte de España, están utilizando años de datos recolectados sobre el medio marino. Los algoritmos de IA ayudan a identificar automáticamente especies en vídeos y fotos submarinas, una tarea que previamente requería revisar manualmente horas de material. Esta automatización posibilita que los científicos se concentren en el análisis de los datos y en ofrecer guías valiosas para la administración de recursos, como establecer límites de pesca y designar zonas marinas protegidas.
El biólogo Ángel Borja destacó que la IA no reemplaza a los científicos, sino que optimiza su trabajo al liberar tiempo que antes se dedicaba a tareas rutinarias, permitiendo un análisis más profundo y estratégico de la información recopilada.
Avances en las predicciones del tiempo
La inteligencia artificial también impulsa avances significativos en la predicción meteorológica. Modelos como Aurora, desarrollado por Microsoft, superan en precisión y eficiencia a los sistemas tradicionales al procesar más de un millón de horas de datos geofísicos. Esto permite anticipar la trayectoria de ciclones, olas y la calidad del aire, aumentando la capacidad de exploración de escenarios de cambio climático y generando conocimiento más sólido para la toma de decisiones ante fenómenos extremos.
Ciencia ciudadana asistida por IA
La IA potencia la participación de la ciudadanía en la investigación científica. En el Reino Unido, un modelo desarrollado por la Universidad de Aberdeen y Bumblebee Conservation Trust identifica especies de abejorros a partir de fotografías enviadas por voluntarios. Este sistema reduce significativamente la intervención humana necesaria y ofrece recomendaciones sobre plantación de flora según las especies observadas, democratizando el acceso al conocimiento científico y ampliando la capacidad de conservación de la biodiversidad.
Peligros y restricciones de la inteligencia artificial
A pesar de sus ventajas, la IA también plantea riesgos que requieren supervisión constante. La IA generativa puede producir información incorrecta o fabricada, lo que subraya la necesidad de intervención humana para garantizar la precisión y confiabilidad de los datos. Instituciones como Project Drawdown limitan su uso a tareas administrativas y de síntesis de información, manteniendo la supervisión humana como componente esencial del trabajo científico.
La integración de la inteligencia artificial en la investigación climática representa un avance crucial frente a la crisis ambiental, combinando eficiencia, precisión y accesibilidad al conocimiento, mientras se mantiene la supervisión humana para mitigar riesgos y garantizar resultados confiables.